Smart cities

Posted on julio 05, 2017, 6:32 pm
23 mins

Las ciudades se encuentran bajo amenaza, y ya forman parte de la agenda de la ONU: deben afrontar problemas sociales, económicos y medioambientales. Generan y reúnen gran cantidad de datos, pero ¿sabemos aprovecharlos? Su uso inteligente, de la mano de las Tecnologías de la Información y Comunicación, puede ayudarnos a hacer frente a los retos presentes y futuros.

Por Laura Ponasso

 

El crecimiento acelerado y no planificado de las ciudades, que se vio acentuado en la segunda mitad del siglo XX, es uno de los principales fenómenos que los países deben atender. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de la mitad de la población mundial -3.600 millones de personas- vive en ciudades y para 2050, la cifra ascenderá a 70% -6.000 millones-. El 95% de la expansión se producirá en el mundo en desarrollo, y ya existen evidencias de esta tendencia: tras un aumento en su concentración poblacional urbana del 42% en 1950 al 80% en 2014, América Latina y el Caribe es la segunda región más urbanizada del planeta. En esta línea y como consecuencia de la nueva demografía, también cambió la estructura compleja que hasta entonces se atribuía solo a las megaciudades.

La elevada concentración poblacional no es inocente. Ejerce presión sobre elementos básicos, como infraestructura, saneamiento, transporte, energía, vivienda, seguridad, empleo, salud, educación, comunicación y esparcimiento. Y tiene un impacto alto y directo en el medioambiente: las ciudades ocupan apenas el 3% del planeta, pero representan entre el 60 y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono, según la ONU.

En este contexto, organismos internacionales pusieron el tema en el centro del debate. En 2011, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzó Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles. En 2015, los líderes mundiales adoptaron en el marco de la ONU un conjunto de objetivos globales, para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad -conocidos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que “remplazaron” a los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”- y establecieron como uno de ellos el de “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. En línea con estas intenciones, en 2016, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) y la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa (UNECE) presentaron el programa United for Smart Sustainable Cities.

Y este impulso se vio reforzado por la Nueva Agenda Urbana, adoptada en octubre en Ecuador. “La urbanización de los 20 últimos años no ha ido bien. No ha encarado suficientemente bien los problemas de la sostenibilidad ambiental y ha crecido la desigualdad urbana. Hay problemas relativamente importantes”, remarcó Joan Clos, secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible, Hábitat III.

¿Cómo aspiran a alcanzar el desarrollo urbano sostenible? Mediante la planificación y mecanismos de decisión que tomen en cuenta el bienestar económico y social y el cuidado de los recursos naturales. Y para ello, la tecnología digital aparece en escena y ofrece grandes oportunidades. “Transformar  ‘ciudades tradicionales’ en smart cities o ciudades inteligentes es una demanda cada vez más importante”, afirman desde el BID. Y definen: “Una ciudad inteligente es aquella que coloca a las personas en el centro del desarrollo, incorpora Tecnologías de la Información y Comunicación en la gestión urbana y usa estos elementos como herramientas para estimular la formación de un gobierno eficiente que incluya procesos de planificación colaborativa y participación ciudadana”.

En la puerta de la innovación

“Hoy, millones de cosas están conectadas. La ciudad inteligente no es un concepto nuevo, pero la gama de servicios y aplicaciones que están listos para su uso sigue creciendo. Las ciudades son más autónomas y las tecnologías móviles permiten a los usuarios tomar decisiones más eficaces”, afirma Soledad Moll, gerente general de la Mobile Marketing Association Argentina.

Marcelo Ulla, director de Smartb, explica que el escenario global, que denomina “smart age”, se caracteriza, fundamentalmente, por accesibilidad a Internet y conectividad móvil, gran capacidad de almacenamiento y procesamiento distribuido de la información, inteligencia social y colaborismo (PtoP), y valoración de la libertad de acceso y de la sustentabilidad del planeta. Y desde la organización internacional técnica profesional IEEE, detallan algunas tecnologías disponibles asociadas a las smart cities: iluminación LED, paneles solares, sensores para el transporte, pilas de combustible, edificios e iluminación inteligentes y sistemas de reconocimiento facial, entre otras.

“Cualquier proyecto que apunte a desarrollar ciudades más inteligentes y sincronizadas debe comenzar por un elemento clave: la conectividad”, afirma el periodista Leandro Zanoni en el libro Futuro Inteligente (2014). Según datos del Observatorio Regional de Banda Ancha de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el 54,4% de los habitantes de América Latina y el Caribe usó Internet en 2015, 20% más que en 2010. Y según el estudio Mobility Report 2015, elaborado por Ericsson, en cinco años, el 70% de los habitantes a nivel mundial tendrá un teléfono inteligente y será responsable de producir el 80% de todos los datos móviles”.

Martín Todres, presidente de ExpoInternet Latinoamérica y de la Cámara Argentina de Hosting, remarca que “la mayoría de las funciones smart empieza por la aplicación de sensores, que permiten la recolección de información y su uso inteligente en tiempo real”. “Las comunicaciones  y la infraestructura de red necesitan ser automatizadas para simplificar el despliegue e incluir todos los dispositivos de consumo que conectarán los dispositivos portátiles y las aplicaciones IoT”, afirma Jean Turgeon, vicepresidente y jefe de Arquitectura Definida de Software y Tecnología de Avaya. Y remarca: “La clave es estar estrechamente alineados, para construir infraestructura que permita evolucionar y ofrecer mejores servicios. Tomemos como ejemplo la ciudad de Dubái, que se construye sobre la arena. Sin infraestructura adecuada, no estaría en pie, pero con la base adecuada, se convirtió en una ciudad de clase mundial”.

Y en este terreno, entran en juego algunos aspectos más específicos. “El corazón de la humanidad es la energía. Todo se mueve a través de ella. Literalmente, con un panel solar, podemos generar agua y comida en el medio del desierto”, explica Miguel Ángel Bravo, especialista internacional en vehículos eléctricos y autónomos, y fundador de Bravo Motor Company. Y presenta una paradoja: la energía es el mayor problema que las ciudades tienen. Pero, a su vez, estas tienen dos fuentes de energía renovable interminables: la basura y los desechos cloacales. Si las aprovechan, generan energía; sino, se contaminan. “El futuro será la acumulación de energía en baterías de litio”, sostiene.

Por otra parte, Bravo explica que, por primera vez en la historia, se cruzaron los caminos de la movilidad y las energías renovables, dando lugar a la posibilidad de disminuir la huella de carbono a partir del uso de vehículos eléctricos. “En 2030, se estima que al menos el 25% de los vehículos serán eléctricos, compartidos y autónomos, y que la cantidad de vehículos en las calles bajará de 247 millones a 44 millones”, afirma, sobre la base de los proyectos que hoy implementa en el segmento denominado “mobility as a service”.

¿Se nace o se hace?

Hasta el momento, hay dos grandes modelos de ciudades inteligentes. Por un lado, están aquellas que adoptan proyectos de remodelación y adecuación a las nuevas tecnologías -Santiago de Chile, Río de Janeiro, Málaga y Tel Aviv, etc.-, y  otras que son planificadas y construidas de cero, a modo de prototipos. Pangyo, por ejemplo, está en construcción desde 2003, con el objetivo de ser el Silicon Valley de Corea; cuenta con 87 mil habitantes, interactúa con los ciudadanos a través de quioscos inteligentes, y monitorea en tiempo real el alumbrado público y el agua. Y Masdar está ubicada en el Emirato de Abu Dabi, en construcción desde 2008, y proyectan que será 100% ecológica y autoabastecida por energía solar.

El ciudadano es un cliente

“Detrás del concepto de ciudades inteligentes, hay negocios millonarios”, señala Leandro Zanoni., y explica que diversas empresas comenzaron a pensar soluciones e infraestructuras para que las metrópolis se vuelvan más habitables y puedan responder con eficiencia a las necesidades de sus ciudadanos. “Si el consumidor lo desea, se produce. Sino, no”, enfatiza y explica que alcanzan estas decisiones gracias a políticas abiertas de participación que facilitan el feedback. De acuerdo con Moll, la “capa móvil”, permite a los usuarios tomar decisiones más eficaces y a las compañías, optimizar el conocimiento de sus clientes.

En esta línea, Turgeon coincide y percibe el interés de las empresas por el manejo y la correlación de datos en grandes volúmenes, para entender las preferencias de los usuarios. Y Todres explica que muchas empresas optan por reconvertirse, para no quedar fuera del mercado: no suelen abandonar sus productos estrella, pero lanzan otros con conexión a Internet. “Las personas siempre tenemos necesidades, aunque no lo sepamos, porque quizás no existen las tecnologías necesarias para satisfacerlas. Pero ¿cómo no pensar que una campera con sensores que le permita saber a una persona no vidente que llegó a la esquina de la calle no le cambiaría la vida?”, analiza.

“Las ciudades inteligentes proporcionarán a los consumidores una experiencia digital completamente diferente de la que están recibiendo hoy”, indica Turgeon y lo ejemplifica con el siguiente caso: frente a un accidente automovilístico, la ciudad puede integrar la llamada al 911 con otros componentes, como señales de tráfico electrónicas para advertir peligros, alertas SMS a ciudadanos y control sobre cámaras que aporten datos.

Turgeon remarca que el IoT es un tsunami que está en camino, que requiere una nueva forma de pensar, para que las empresas y los gobiernos puedan maximizar su valor. “El cruce de la información abre nuevas posibilidades de gestión, pero para ello necesitamos también una ciudadanía participativa y empoderada. Las ciudades inteligentes requieren de ciudadanos inteligentes y comprometidos”, indicó el secretario ejecutivo adjunto de la CEPAL, Antonio Prado. Todres cuestiona que la instalación de sensores, por ejemplo, no sería útil si los ciudadanos no asumen las responsabilidades de cuidarlos o, al menos, de no dañarlos.

“Todo lo que está conectado tiene el riesgo de ser hackeado. Por eso, se trabaja mucho en temas de seguridad y los gobiernos deben rever las políticas, para evitar vacíos legales. Por ejemplo, si una persona tiene un accidente con un vehículo autónomo, ¿quién tiene la culpa?”, advierte. En esta línea, Turgeon afirma que es crucial no sólo cambiar la infraestructura, sino  mirar cómo los nuevos servicios se pueden desplegar de una manera oportuna y segura: “La mayoría de los modelos heredados actualmente tienen riesgos altos asociados con ellos”. Y añade: “La ciudad inteligente del futuro atenderá las necesidades de los ciudadanos, garantizando la seguridad de  su información y permitiéndoles usar las aplicaciones 24/7, independientemente de lo que suceda a su alrededor”. Y plantea que esto se logrará con los aliados correctos.

¿Dónde estamos?

“Cada día, vemos más interés por parte de los gobiernos y proveedores públicos  en ofrecer servicios digitales a la comunidad”, observa el ejecutivo de Avaya. Todres destaca justamente la importancia de su intervención: “Para instalar sensores en las calles, necesitamos su habilitación, por ejemplo”.

¿Y qué posición toman las ciudades de la región? Turgeon retoma un estudio que Avaya encargó a Frost & Sullivan y concluye que el desarrollo de las ciudades inteligentes es aun emergente, pero que ya pueden observar avances concretos. Moll coincide y plantea que, si bien las innovaciones pueden tardar en llegar a América Latina, ya generan muchas incógnitas, como cuál será el impacto social: “La robótica cambiará no solo las ciudades, sino también las casas”. Y Todres profundiza sobre el contexto argentino: “Nos atrasamos muchos en tecnología y nos quedamos afuera del mundo. Sin embargo, estamos volviendo a insertarnos, mediante la importación y la fabricación. El país siempre tuvo muchas personas inteligentes y capaces de crear grandes cosas”.

Modelos en el mundo

Dubai | Asia 

Dubái fue la primera ciudad que adhirió al proyecto piloto de Indicadores Fundamentales de Rendimiento de la UIT para ciudades inteligentes y sostenibles, en 2015. La iniciativa está anclada en la visión del Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum, primer ministro y vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos y emir de Dubái, de convertir esta ciudad en la más feliz del mundo. Smart Dubai, la oficina pública encargada de facilitar la transformación inteligente, colabora con socios de los sectores privado y público, para empoderar, facilitar y promover una experiencia urbana eficiente, perfecta, segura e impactante a sus residentes y visitantes. Reúne y analiza los datos de la ciudad, y proporciona paneles de control analítico en tiempo real. La seguridad es su prioridad: garantiza controles seguros en todos los niveles, a través de mecanismos de defensa cibernéticos integrales y proactivos. Ver más en www.smartdubai.ae

Singapur | Asia

Cuenta con proyectos orientados a mejorar la eficiencia energética, como LIVE Singapore!, que optimiza el uso del big data, a partir de los datos recogidos por miles de sensores repartidos por la ciudad, para mejorar la vida de sus habitantes. Además, impulsó el plan iN2015 (Intelligent Nation 2015), para involucrar a las TIC y así afrontar procesos de transformación en todos los niveles de sociedad. Proporciona infraestructura de vanguardia y el uso de la tecnología para superar retos, como el crecimiento urbano, la sostenibilidad y el envejecimiento de la población. Cubre las áreas de movilidad, transporte, seguridad, energía, construcción, educación y salud. Ver más en www.smartnation.sg

Melbourne | Oceanía 

Es “la mejor ciudad del mundo para vivir”, según una encuesta realizada por la Economist Intelligence Unit, una unidad de negocios del grupo The Economist. Sobresale por ser una ciudad ecológica que fomenta el turismo sustentable. Dispone de un proyecto llamado 1.200 buildings, que promueve la reforma de 1.200 edificios contaminantes -la mayoría, fábricas-. Además, cuenta con un sistema de transporte público denominado Skybus Super Shuttle, que reduce las emisiones de CO2. Melbourne se propuso un objetivo ambicioso: 0% de emisiones contaminantes en 2020. Y en esta línea, se involucró en 2016 con el IBM Smarter Cities Challenge. Ver más en www.melbourne.vic.gov.au

Santander | Europa

Con alrededor de 175.000 personas, se destaca por su capacidad de vigilancia del territorio mediante sensores. A través de alianzas entre la universidad, la ciudad y el sector privado, participa en más de 15 proyectos internacionales, y trabaja en la integración de todos los servicios inteligentes, como abastecimiento de agua, recogida de residuos, iluminación viaria y transporte público, en una única plataforma, que permita la interacción entre ellos. Ver más en www.smartsantander.eu

Santiago de Chile | América del Sur 

Smarcity Santiago es el primer prototipo de ciudad inteligente de Chile, que Enel Distribución implementa en el Parque de Negocios Ciudad Empresarial, en la comuna de Huechuraba. Apunta a la integración de tecnologías como smart metering, automatización de la red, vehículos eléctricos, iluminación pública y generación distribuida, evaluando sus aspectos económicos, técnicos y sociales. El Centro Tecnológico es el área de control, que concentra todas las aplicaciones tecnológicas instaladas y realiza un monitoreo en tiempo real de lo que ocurre en este prototipo. Ver más en www.smartcitysantiago.cl

 

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