Mujeres en tecnología

Posted on junio 20, 2018, 8:03 am
21 mins

Estereotipos y mitos, dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, discriminación, baja promoción de las oportunidades y escasos referentes femeninos son factores que hacen que pocas mujeres se interesen por el mundo de la tecnología, un sector de pleno empleo, en crecimiento y que requiere profesionales capacitados y diversidad para alentar la innovación. Las estadísticas disparan la alarma y los sectores público y privado, de la mano de ONGs, trabajan para garantizar su inclusión.

Por Laura Ponasso

 

Rosa no fue ascendida porque “no lo necesitaba”, ya que su marido percibía un buen salario. Lucía no fue contratada porque no había más mujeres en la compañía. Tras aprobar un examen, Claudia fue ignorada por un profesor que felicitó solo a los varones. Luciana debió soportar que, en reiteradas reuniones, los participantes no se dirigieran a ella sino a uno de sus socios, aun cuando era la CEO de la compañía. Situaciones como estas viven algunas mujeres en la industria tecnológica. Pero no todas: Claudia y María Laura afirman nunca haberse sentido discriminadas ni cuestionadas laboralmente por su género. ¿Cuál es la particularidad de este sector? Es un mundo repleto de estereotipos y códigos masculinos, en el que muchas empresas trabajan para promover la diversidad, y que, paradójicamente, fue impulsado inicialmente por mujeres.

Una de las pioneras fue la matemática británica Ada Lovelace (1815-1852), considerada la primera persona en definir un lenguaje de programación de carácter general y, por lo tanto, la primera programadora de la historia. Tras la Primera Guerra Mundial, muchas mujeres se convirtieron en decodificadoras y una de las más conocidas fue Joan Clarke, quien se especializó en el criptoanálisis y ayudó a descifrar el código Enigma. Años más tarde, Grace Hopper inventó uno de los primeros lenguajes de programación modernos, llamado COBOL, que revolucionó el negocio de la computación.

En Argentina, en la década de 1970, el 75% de los estudiantes de la carrera de Computador Científico en la Universidad de Buenos Aires correspondía a mujeres. Esta cifra descendió y hoy las mujeres representan solo el 11% en la licenciatura en Ciencias de la Computación de la misma universidad.

Según el reporte anual de la Comisión de Género y Tecnología del Plan 111 Mil, sobre la base de datos del Ministerio de Educación de la Nación, la proporción de estudiantes mujeres de la disciplinas STEM (por sus siglas en inglés, Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) fue de 16,4% en 2016, mientras que en 2010 había alcanzado el 19,5%. Asimismo, observa que se replica una distribución similar por género entre la cantidad de egresados/as de estas disciplinas, si bien la proporción de mujeres en este caso es levemente superior a la que se registra entre los indicadores de estudiantes. Entre 2010 y 2016, la representación de mujeres en el total de egresados/as de estas carreras cayó de 22% a 17,4%. Y detalla que existe una menor presencia de mujeres en las carreras de electrónica, telecomunicaciones, computación, informática, sistemas, tecnología y ciencias aplicadas, estadísticas y matemáticas.

Por otra parte, de acuerdo con la investigación “Mujeres programadoras”, presentada por la organización Chicas en Tecnología, entre 2010-2015, se registraron 102.800 nuevas inscripciones en carreras relacionadas con programación: entre 2010 y 2014, se inscribió una mujer cada cinco varones, y en 2015, una de cada seis.

“Esta distribución por género en el mundo educativo tiene su correlato en el ámbito laboral, ya que la presencia de mujeres en el sector tecnológico ronda entre el 15% y el 20%, según los últimos datos de la Encuesta Permanente de Hogares publicados por el INDEC”, remarca Analía Avella, coordinadora de la Mesa de Género del Plan 11 Mil y aclara que incluye a todas las mujeres que se desempeñan en el sector, cualquiera sea su actividad o profesión. Según la Comunidad Argentina de Sistemas, solo el 6% de los trabajadores en esta área son mujeres.

A nivel mundial, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el organismo especializado de las Naciones Unidas para las Tecnologías de la Información y la Comunicación, afirma que el 6% de los diseñadores de aplicaciones son mujeres y menos del 6%, diseñadoras de software. Y de acuerdo con el Keil Institute, hay sólo 15 mujeres cada 100 varones trabajando en alta tecnología en Argentina. Sin embargo, explica que la situación cambia en países como Japón, en donde la proporción de mujeres empleadas en empresas de alta tecnología, sobre el total de la población económicamente activa, es incluso mayor que la de los varones.

Estereotipos

De acuerdo con las personas entrevistas en el informe ¿Dónde están las mujeres?, publicado por Fundación Sadosky en 2013, los programadores son inteligentes -sin que eso sea un rasgo deseado-, trabajan mucho, son jóvenes y en su mayoría son varones. Para una parte de la muestra, son parecidos al conjunto de la gente, mientras para otra son nerds. No son ni gordos ni flacos, ni buenos para los deportes. No tienen un éxito particular en las conquistas amorosas y no les falta el dinero. Son personas distintas a las entrevistadas, pero no son rotuladas con rasgos despectivos.

En consonancia, según Digital Equality, informe de la consultora Roland Berger, el 40% de los encuestados percibe a la “mujer digital” como usuaria de redes sociales, el 6% como aquella que trabaja en empresas de tecnología, y sólo el 3%, como fundadora de una startup digital.

La experiencia de quienes se interesaron

“La principal dificultad de las mujeres para incorporarse al sector reside en el hecho de que es un ambiente machista de larga data que hace que haya muy pocas referentes para apoyarse e inspirarse, sesgos relacionados a las capacidades técnicas o de liderazgo, sueldos menores en comparación a los de sus pares hombres y un gran número de prejuicios”, Mariano Stampella, fundador de intive-FDV. La curiosidad, el desafío, el gusto por Matemáticas y los beneficios económicos son algunos elementos que impulsaron a mujeres a seguir carreras ligadas al ámbito tecnológico.

El sector las busca

Cada año en Argentina, alrededor de 5.100 profesionales egresan de carreras informáticas y quedan sin cubrir cerca de 5.000 puestos en el sector, ausencia que se traduce en una pérdida (calculada aproximadamente a partir del promedio que se factura anualmente por persona) de 236.405.000 dólares anuales.

“En una industria de pleno empleo a escala global, donde cada año que pasa se pierde una enorme cantidad de ingresos porque no se llegan a cubrir todas las vacantes disponibles, tenemos que superar toda barrera que nos impida conseguir el mejor talento”, afirma Stampella. María Laura Palacios, CEO de Codes, afirma: “Hoy, es impensable que para una posición en la que se requiere un conocimiento específico, miremos si la persona es varón o mujer.

A nivel mundial, la UIT estima una carencia de dos millones de empleos en el sector de la tecnología en 2020. En este marco, en 2016, presentó junto con ONU Mujeres “Iguales”, la alianza mundial para la igualdad de género en la era digital, una coalición de programas dedicados a las mujeres y a las niñas en el sector.

Analía Avella, coordinadora de la Mesa de Género del Plan 111 Mil, afirma: “Relevamos información y vimos que las empresas tecnológicas llegan a un techo y no pueden seguir creciendo por distintos factores, más allá del contexto macroeconómico e institucional, como la escasa disponibilidad de recursos humanos calificados”. El este contexto, el Ministerio de Producción, impulsó el Plan 111 Mil, un programa de formación de programadores con alcance federal, en el cual participan también el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Educación y para cuyo diseño del trayecto formativo reunió a compañías y cámaras empresariales que brindaron su know-how y determinaron el perfil y las competencias que los egresados deben tener.

Desde la organización percibieron la baja inscripción de mujeres y, a partir de la creación de una comisión de especialistas y mediante acciones de comunicación –como el diseño de un spot publicitario libre de estereotipos- y de marketing de referencia, lograron subir la proporción de 24% a 36% entre enero de 2017 y de 2018. “Buscamos derribar el mito de que solo los varones programan, que son frikies o nerds. Cualquiera puede aprender a programar y eso lo demuestran los números del Plan 111 Mil”, afirma Avella. Y afirma: “En segundo lugar, tratamos de promover su continuidad, porque generalmente su deserción es mayor, dada la dificultad para compatibilizar los horarios de las responsabilidades familiares domésticas o laborales”.

Para generar conciencia sobre la igualdad de género y apoyar a mujeres para alcanzar sus objetivos profesionales en este ámbito, Google Argentina realizó en 2017, en el marco del tour federal Google por Argentina, actividades relacionadas con el empoderamiento y capacitaciones para mujeres en el campo laboral. Además, apoya la iniciativa W20, surgida en el seno del G20. “Para Google, es muy importante tener alta presencia en este tipo de iniciativas”, sostiene María Florencia Sabatini, gerente de Comunicaciones de Google Argentina.

El Gobierno está viendo la necesidad  y los beneficios que hay de incorporar a este 50% de capacidades, de mano de obra, que podría ayudar al desarrollo nacional, igual que sucede en muchos de nuestros países”, indica Rosalía Morales, directora ejecutiva de NIC Costa Rica y primera mujer miembro del Comité de LACNIC, posición que ocupa desde enero de este año.

“Lo más importante es capacitar a mujeres que les guste hacer esto, que tengan herramientas para poder valerse por sí mismas y conquistar la posición que quieran, por sus conocimientos y no por una cuestión de fuerza”, remarca Palacios.

Diversidad para la innovación

“El impacto de la inclusión de mujeres sería tremendamente positivo, porque la diversidad siempre genera un ambiente más creativo y efectivo. El costo del machismo es muy alto y pone en peligro el crecimiento de la industria”, afirma Mariano Stampella, fundador de intive-FDV.

Rosita Wachenchauzer indica que hablar de habilidades que detentan las mujeres frente a ciertas “carencias” se volvió una tendencia de los empleadores. “Algunos insisten en que las mujeres somos buenas como analistas funcionales pero no como desarrolladoras, y están interesados en tomar mujeres ‘para aquellas cosas para las que están preparadas e interesadas’”, afirma.

“Si nosotros damos servicios tecnológicos a los usuarios que están insertos en un mundo que cambia, cuanto más diversos sea nuestro mundo, mejor será el servicio que podamos dar a los usuarios”, afirma Sabatini. Con este criterio, la compañía conformó el equipo “Diversity Group” y designó un gerente de Diversidad, quien se encarga de garantizar la diversidad en la firma.

Para SAP, también “es importante contar con gente con diferentes criterios y enfoques para el abordaje de problemas y soluciones”. “Hombres y mujeres somos complementarios”, remarca Claudia Boeri, gerente general de SAP Argentina, y explica que trabajan también con otros programas inclusivos que apuntan, por ejemplo, a personas con capacidades diferentes.

“En Wolox, creemos en la importancia de conformar equipos multidisciplinarios que incluyan diferentes perspectivas, y eso implica contar con mujeres tanto en los equipos como en la mesa de decisiones.  Esta falta de diversidad afecta directamente el ambiente de innovación y creatividad que son necesarios para crear la tecnología inclusiva, empática y generadora de soluciones”, sostiene Luciana Reznik, CEO de la compañía. Bajo estos mismos conceptos, explica la política de rotación de CEOs: “es una característica que adoptamos desde un comienzo, pensando en la mejor manera de optimizar las aptitudes de cada persona, y potenciando las oportunidades de crecimiento de la compañía. Para desarrollar todas las áreas a la par, entendemos que es importante cambiar el foco de atención y de expertise, y conformar liderazgos variados”.

Gloria Bonder, investigadora de FLACSO, cuestiona: “La tecnología parece neutral y está pensada para un usuario que se entiende como universal. Pero tiene marcas género”. Ejemplo de esto es el diseño de cinturones de seguridad pensados para una contextura física masculina.

“En Costa Rica, donde vendemos los nombres de dominio y trabajamos en temas de NPS, siempre hemos trabajo con la mentalidad de que muchos de nuestros clientes son desarrolladores y muchos son hombres”, señala Rosalía Morales y puntualiza: “En los seis años que trabajo acá, he visto el cambio y pasé de ver una clientela conformada por mujeres en un 35% a  65%. También hemos cambiado la manera en que vendemos nuestros servicios, en que damos las capacitaciones, porque ya hay muchas mujeres involucradas”. Explica que está situación está ligada al crecimiento de Internet y a su acceso por parte de todos los sectores de la población y que las mujeres tienen influencia directa en el crecimiento de la industria: “se da a nivel académico, a nivel de creación de empresas y en la veta de los servicios. Por primera vez, tengo que considerar -y estoy feliz de hacerlo – este sector femenino involucrado en tecnología”, enfatiza.

Y añade: “En muchas reuniones, soy la única mujer y noto que mis comentarios no tienen nada que ver con los de las otras personas, pero creo que es porque vemos las cosas de manera diferente. Vemos las cosas de diferentes colores y dimensiones. Son discusiones más largas, porque cuesta llegar a consenso, pero creo que la solución es mucho más completa”. Y en la misma línea, sostiene que percibe cuando hay muchas mujeres o muchos hombres, porque ve que todas las ideas apuntan a un mismo eje y solicita al área de Recursos Humanos conformar un grupo más equitativo”.

Y las empresas ¿qué hacen?

Múltiples estudios, especialistas y profesionales del sector coinciden en que la manera en qué está organizado el trabajo y los criterios de evaluación y promoción de las carreras responden a las rutinas de hombres. Muchas mujeres abandonan sus puestos a raíz de la maternidad y de la dificultad para conciliar los horarios, dada la mayor carga de trabajo doméstico. Más aun, en la medida en que las épocas de mayores exigencias para el despegue de la carrera profesional confluye con la formación de la familia y el nacimiento de los hijos, muchas mujeres encuentran un techo y no alcanzan altos puestos. María Laura Palacios recuerda que muchas compañeras abandonaron la carrera o se recibieron incluso, pero sabiendo que no iban a ejercer la profesión, porque querían dedicarse a sus hijos. “Para apuntar a una posición de primer nivel, el acompañamiento es fundamental para nivel la familia y el trabajo. Pero esto es transversal a todas las industrias”, afirma.

Lea la nota completa en la revista CONTACTCENTERS N° 90.

Lea también la entrevista a Gloria Bonder, especialista en educación y en políticas de género y directora del Área Género, Sociedad y Políticas en FLACSO Argentina, en la revista CONTACTCENTERS N° 90.

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