Por Martin Yechua, director ejecutivo de la Asociación de directorios Asociados (Adiras)
Muchas pymes no se encuentran preparadas para afrontar la situación que estamos viviendo derivada de la pandemia. Pensemos todo lo que pasó en una semana y la cantidad de decisiones que tomamos a nivel personal y empresarial, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos en ese lapso de tiempo.
¿Podemos decir que fueron más de 100, 200, 300 o 1000 decisiones? En verdad, por más que uno no lo sepa, en un día normal tomamos más de 35.000. Es que según un estudio desarrollado por Huawei sólo somos conscientes de menos del 1% de las 35.000 decisiones que tomamos al día.
El cerebro humano funciona automatizando determinados procesos que se repiten a diario, de manera que el número de decisiones reales que tenemos que tomar se reduce a cerca de cien al día, lo que se traduce en poco más de cuatro decisiones a la hora. Pero me animo a decir que en esta semana cada uno de nosotros tomó el doble de decisiones conscientes por hora a nivel personal y varias más si estamos a cargo de una empresa pyme.
En una semana, el empresario pyme tuvo que entender la magnitud del fenómeno para resetearse, frenar su negocio y darse cuenta que esto iba en serio. 24 horas muchas veces sin socios o sin un equipo sólido de dirección buscando adaptar sus procesos, sistemas, modalidad de venta y sobre todo cambios de hábitos tanto de él y de su gente. Esto, siempre que fuera posible adaptar un trabajo de oficina a uno remoto: el problema se presenta sobre todo para aquellos empresas y trabajadores qué sí o sí requieren de presencia física.
Aunque la transformación depende pura y exclusivamente del nivel de profesionalización de la empresa, el producto o servicio que ofrecen, sus recursos tecnológicos y financieros y sobre todo su equipo de trabajo. La crisis es de tal magnitud que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció y denominó concepto de “infodemia”, para referirse a la rápida difusión de noticias falsas sobre la pandemia, lo cual aumenta el porcentaje de decisiones que está tomando el empresario pyme, muchas veces con información falsa.
Ahora bien, ¿Qué hacemos para seguir adelante? No solo tenemos nuestra pyme sino el destino de todos nuestros empleados y sus familias que dependen de nuestras decisiones como empresarios para seguir comiendo y alimentando a sus hijos. Este punto creo que es el más importante: es necesario rearmar nuestra agenda y para salir por momentos de la coyuntura para estar pensando en ello.
¿Qué porcentaje de mi agenda es emergente ahora comparada con aquella la de períodos normales? ¿Podría haber automatizado algún proceso o puedo hacerlo a partir de acá? ¿Reviso mi proceso de negocio una vez al año? ¿Cómo realmente agrego valor a la empresa como número 1? ¿Vale la pena un plan de contingencia ante situaciones crisis? ¿En el día a día sigo privilegiando lo urgente y no importante, o lo importante y no urgente? Qué tareas son las que no puedo delegar como número 1? ¿De qué plantel dispongo para delegar situaciones de corto plazo?
Si bien en estos momentos evitar chocar la calesita es el objetivo de hoy más acuciante, no debería ser el único en nuestra agenda. Como todo empresario y persona, operamos en el presente “relojeando” el futuro; incluso con equivocaciones nuestro ADN mira hacia adelante. No dejemos que la gravedad de la situación nuble nuestro propósito.