Por Horacio Cuervo, especialista en Alianzas Estratégicas y Crecimiento en Le Wagon Hispanoamérica.
Dicen que la mejor manera para encontrar una idea y crear un emprendimiento exitoso es, justamente, no pensar en ideas para crear un emprendimiento.
Seth Godin sugiere no buscar clientes para nuestros productos, sino productos para nuestros clientes. Si seguimos este consejo, para idear un emprendimiento exitoso debemos buscar problemas que resolver, o al menos, mitigar.
Muchos emprendimientos que han logrado tener éxito y sostenibilidad en el tiempo, tienen ciertas características claras: una problemática que los fundadores quieren resolver, que ellos mismos pueden resolver y que hasta ese momento, no hubo otros que pensaran que valía la pena resolverlo.
La razón para comenzar con un problema a resolver es que nos veremos obligados a asegurar que el problema es real. Que existe. Que hay mercado que identifica el problema. Y que este mercado pagaría por esta solución.
Muchos fallan porque dedican su esfuerzo a resolver problemáticas que no existen, o que nadie reconoce tener.
Vivir pensando ideas para un negocio es peligroso. No siempre surgen buenas ideas; y lo peor, en nuestro cerebro resuenan tan bien como para lograr engañarnos y hacernos trabajar en ellas malgastando recursos valiosos.
Emprender es difícil, y es duro, porque nos obliga a ponernos en los zapatos del otro, a conocer qué piensa, dice, siente y hace frente a una problemática.
Los emprendedores exitosos desarrollan esa capacidad de empatía con su mercado para entender cuánto realmente molesta no poder mitigar un problema puntual. Al emprender tenemos que mirar los problemas desde la cabeza de nuestros posibles clientes. Escuchando y observando cómo, en su día a día, sobrellevan un escollo.
Tenemos que encontrar a al menos un usuario que quiera verdaderamente resolver sus problemas con nuestra solución. No alcanza con un “tal vez lo usaría”. Necesitamos un “¡Lo quiero, ya!”.
Es recién en este momento que vale la pena comenzar a pensar en desarrollar y llevar adelante esa idea.
Esta primera validación, ofrece el aval de que vale la pena crear algo que un pequeño número de personas quiera muchísimo. Luego, probablemente muchas más personas perciban la propuesta de valor que creamos y quieran utilizar nuestro producto o servicio.
Frente a cualquier idea de emprendimiento, siempre es bueno preguntarse: ¿Existe un problema? ¿Existe alguien que se identifique con ese problema? ¿Necesita con cierta urgencia una solución? ¿Pagaría por esta solución? ¿Nos pagaría a nosotros?
Responder estas preguntas, no hace que nuestra idea sea necesariamente exitosa. Debemos profundizar en entender mejor cuántos otros querrían resolver un problema con nuestra solución. Debemos entender ese mercado e ir descubriendo posibles rutas que vayan evolucionando desde la idea original.
La importancia del apoyo en la tecnología
En nuestro proceso mental, ese problema se puede resolver; y muy probablemente, lo podamos describir de una manera obvia. Y esa es la magia de todo esto. Generar ideas para un emprendimiento se basa en ver lo obvio, intentando desarrollar soluciones obvias que, sin embargo, hasta hoy nadie las ha visto.
Pero el mundo emprendedor no solo se basa en lo anterior, también es pensar en un equipo que acompañe el desarrollo y, en el caso del sector tecnológico, es innovar con sentido.
La tecnología no implica en sí, no implica innovación. Pero facilita el camino para poner en marcha un emprendimiento y definir el modelo de negocio al que se le puede agregar valor gracias a las herramientas tecnológicas, internet, la nube, entre otras.
Todos esto solos, en cierta forma, emprendedores con equipos chicos e innovadores. Pero cuando el emprendimiento comienza a crecer y a tener mayor demanda se cae en la tentación de transformarse en una empresa burocrática. Hay que evitar esto y re pensar el negocio para fomentar la innovación en todos los equipos.
Talentos tech
Llegado a este punto, es cierto que un emprendedor que sepa programación tiene ventajas. El conocimiento de tecnologías y la programación sigue siendo una de las mejores opciones al momento de emprender, pero no es un requerimiento. Siempre uno puede rodearse de un buen equipo de desarrollo. Sin embargo, al momento de emprender en un proyecto tecnológico es recomendable que el conocimiento de tecnologías sea parte del equipo fundador que vaya a tomar decisiones.
Tener noción de código ayuda a no perder el detalle de lo que está pasando en tu emprendimiento. No será necesario a alguien que traduzca el lenguaje técnico usado en las reuniones, pudiendo comprender acerca de qué se está hablando y cómo podría impactar una decisión técnica en el propio negocio.
Para llevar adelante un emprendimiento tecnológico exitoso, es casi seguro que necesitarán conocimientos de negocio y de tecnología para diseñar un producto adecuado, que presente la mejor experiencia de usuario para sus clientes y que permita entender y manipular las grandes cantidades de datos que se procesan hoy en día para convertirlos en conocimiento del comportamiento estos clientes.
Para gestionar estos datos y comprenderlos se utilizan herramientas digitales y, en ocasiones, procedimientos complejos, que se resuelven mediante determinados lenguajes de programación. Pero también es muy importante desarrollar el conocimiento sectorial y comercial necesario para dar valor a estos datos.
La figura del desarrollador es la estrella en la actualidad y sigue en crecimiento, ya que es una de las principales fuentes de valor e innovación para las empresas. Es un talento escaso. Se hace difícil sumarlos, y retenerlos, a la hora de lanzar un emprendimiento.
Son realmente limitados los desarrolladores que suman valor al negocio y es necesario trazar estrategias para retener ese talento y darle la importancia que se merecen dentro del emprendimiento.
Finalmente, como veníamos conversando, la tecnología probablemente sea parte importante de nuestros emprendimientos. Pero una idea clara acerca de qué problema y cómo lo vamos a resolver es clave.
Es prácticamente imposible adivinar el camino que pueda tomar una idea. Podremos percibir o aventurar un futuro para luego crear lo que falta. Muchos emprendimientos ni siquiera fueron pensados como negocios. Crecieron porque sus fundadores crearon algo que el mundo necesita.
El mejor camino es el diálogo permanente con la mayor cantidad de personas posible sobre lagunas y vacíos que encuentran en su mundo. Haciendo las preguntas correctas ¿Qué falta? ¿Qué les gustaría hacer distinto? ¿Qué les molesta en su trabajo? Y observando que hacen frente a cada escollo del día a día. Quizás, entonces, detectemos un problema que ellos, conscientemente, no saben que tienen, pero que sabemos cómo resolver.