Las nuevas empresas de base tecnológica que irrumpieron en los últimos años en diversas industrias, muchas de ellas tradicionales, generan dudas y planteos novedosos en cada lugar en donde comienzan a tener presencia. Lo mismo sucede en este momento con las fintech y uno de los temas que comenzó a ponerse en discusión en el sector financiero es si debe existir una regulación específica en el mercado local para estas empresas.
En el caso de las fintech nos encontramos con una situación diferente a la de algunos emprendimientos globales, ya que el sector financiero está altamente regulado, existen soluciones distintas que no compiten de manera directa con los sistemas tradicionales y escapan de la mirada omnipresente de los modelos que surgen de Silicon Valley y de otros centros de innovación a escala global. Estos factores brindan herramientas para discutir y buscar respuestas que se adapten a las problemáticas locales.
Como la discusión que se está dando en la Argentina es casi una copia del proceso natural de maduración que ha tenido el mercado globalmente, cuando las fuerzas disruptivas de las fintech cobraron una mayor magnitud a medida que crecieron en cantidad y proporción con respecto a la banca tradicional, analizar cómo lo resolvieron en otras geografías nos dará herramientas para pensar una solución propia. Nuevas tecnologías y procesos nos ayudan para tomar mejores decisiones e identificar quién se puede beneficiar de un crédito y también los que no.
Por ejemplo, el resultado de las regulaciones en Europa y Asia fueron muy dispares. En Letonia, Lituania, Suecia y Finlandia, optaron por pegar de lleno por el lado del tope de la tasa de interés y produjo una contracción de la oferta de las fintech y un mercado desatendido al que estas empresas daban una solución. Esta opción ha sido llevada al extremo en algunos casos: en Georgia, en el cual el tope de la tasa de interés fue tan drástico que produjo una salida masiva de todas las empresas de préstamos online del mercado dejando a toda la población que era desatendida por los bancos sin una oferta diferente. La ausencia de prestamistas no bancarios eliminó efectivamente una opción regulada de muchos, en beneficio del mercado gris.
Otros países, como la República Checa y Dinamarca, adoptaron una estrategia pro mercado y de consenso, donde el Banco Central validó y discutió con las empresas y diferentes entes gubernamentales –las equivalentes locales de la AFIP, la Comisión Nacional de Valores o el Ministerio de Modernización– para crear una regulación que proteja al consumidor, con un marco claro y conciso para los distintos referentes del mercado, sin asimetrías y desventajas para los distintos jugadores.
Finalmente, en el Reino Unido, el entorno regulatorio alentó la innovación en el mercado fintech y es un modelo tomado como referencia por otros reguladores. Cuando surgió la preocupación de que algunas personas estaban teniendo dificultades con su deuda, la Financial Conduct Authority (Autoridad de Conducta Financiera, FCA, por sus siglas en inglés) se encargó de analizar cuidadosamente la situación. La FCA estaba liderada por los principios de una fuerte protección del consumidor y un mercado viable. Hoy en día, los consumidores del Reino Unido tienen un buen acceso al crédito y salvaguardan contra una deuda inmanejable según las reglas que protegen y reconocen la naturaleza de los préstamos digitales de pequeña suma y la importancia de garantizar una opción regulada con seguridad.
¿Cuál es el camino que debería tomar la Argentina? Esta es la dicotomía en la cual nos encontramos y recién ahora comenzamos a discutir. En esta disyuntiva no debemos olvidar principios que son claves para una futura regulación: proteger a los consumidores a través de una regulación completa y práctica que llegue a todos los actores del mercado; mejorar la experiencia del usuario con una competencia sana y, sobre todo, tener en cuenta que una regulación excesiva puede alejar a las empresas de participar en el mercado y dejar a los usuarios sin opciones ante sus necesidades financieras.
La regulación que efectivamente impide una opción regulada niega a las personas que busca proteger, la protección de la ley. En los próximos meses esta sana discusión entre los distintos actores debe avanzar y plasmarse en una regulación que tenga como finalidad los puntos anteriormente descritos y que permita hacer crecer y madurar al mercado, proteger a los consumidores e impedir que cualquier participante tenga una ventaja frente a otros. Como empresa del sector fintech es nuestra responsabilidad trabajar para que esto se cristalice en un futuro cercano.