Great Place To Work, autoridad mundial en cultura organizacional, analizó los desafíos y oportunidades que surgen en tiempos de crisis en el entorno laboral, en el marco de un Great Talk organizado por José Cerra, experto en Desarrollo y Cultura Organizacional, y Jorge García, Director de Marketing de GPTW.
La charla se centró en dos tipos de crisis. Las internas, que pueden surgir dentro de una organización o afectar a una unidad específica, y las crisis externas que impactan a las empresas, ya sea debido a factores de la industria, la región, el país o incluso circunstancias globales, como fue la pandemia.
Si bien el abordaje destaca las crisis que se originan fuera de las organizaciones, particularmente en el contexto actual de Argentina, resaltaron que el análisis y las lecciones aprendidas son aplicables a escenarios complejas de todo tipo.
El impacto en las empresas
En un mundo caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, el acrónimo VUCA se ha convertido en un referente para describir las condiciones y situaciones a las que se enfrentan las organizaciones en la actualidad.
Este término, concebido por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos tras el final de la Guerra Fría, encontró su aplicación en la estrategia empresarial y se ha vuelto relevante para todo tipo de organizaciones desde la década de 1990.
En ese sentido, señalaron que en los momentos de crisis, aunque no pueden controlarse las variables macro del entorno, puede moldearse su impacto dentro de las organizaciones. Esto no es solo un deber, sino una necesidad.
Más flexibles y transparentes
Durante las crisis, las variables en juego a menudo se escapan de los patrones conocidos y previstos, resaltando la importancia de la flexibilidad, adaptación y agilidad.
Las organizaciones inflexibles, los líderes rígidos y los equipos poco adaptables, enfrentan mayores riesgos y sufren consecuencias negativas. Por eso, la rigidez en la cultura organizacional está directamente relacionada con resultados desfavorables.
La gestión efectiva de una crisis no depende tanto de la propia crisis, sino de la capacidad de gestión. El miedo suele conducir a una comunicación deficiente, que tiene un impacto perjudicial en medio de la adversidad.
En este contexto, la transparencia y la comunicación efectiva emergen como elementos esenciales para mantener la confianza y la cohesión.
Además, la percepción de consistencia, intencionalidad y compromiso se torna crucial en la evaluación de las respuestas organizacionales.
Crisis, cultura y resultados
La cultura empresarial se convierte en un factor crítico para prevenir daños severos, potencialmente irreparables, e incluso para evitar el colapso total en tiempos complejos.
Diversas investigaciones han revelado que existe una conexión sólida entre la cultura de alta confianza y los resultados del negocio.
Las organizaciones que figuran en la lista Fortune 100 destacan por lograr mejores resultados en una serie de indicadores clave de negocios. Esto incluye un mayor ingreso operativo por empleado, un margen más sólido, tasas de crecimiento más saludables y un retorno más favorable de los activos invertidos.
Un estudio de London Business School, en un proyecto de investigación dirigido por Alex Edmans, profundizó en la relación entre el bienestar de los colaboradores y los resultados financieros de las empresas que figuran en la lista Fortune 100.
Durante un extenso período de 26 años, estas compañías superaron a sus contrapartes en rendimientos bursátiles en un rango de 2% a 3% al año. Esto demuestra que las empresas con una cultura de alta confianza son más resistentes en términos financieros y están mejor preparadas para enfrentar las adversidades.
El rol del líder
En el contexto de cualquier crisis, es imperativo reconocer que la incertidumbre y el miedo son emociones que surgen de manera universal en los seres humanos.
Sin embargo, lo que diferencia a un líder excepcional en tiempos de adversidad no solo radica en la calidad de las decisiones técnicas y operativas que toma, sino en su habilidad para gestionar las emociones, tanto propias como ajenas.
La gestión de emociones negativas, como el miedo y la incertidumbre, tanto en sus equipos como en sí mismos, es fundamental. Esto implica reconocer estas emociones, en lugar de negarlas o minimizarlas, y gestionarlas de la mejor manera posible.
En esencia, el liderazgo en tiempos de crisis implica la capacidad de gestionar la incertidumbre. La gestión interna de una crisis depende tanto del más alto nivel ejecutivo de la organización como de cada líder directo.