Para casi el 95% de las PyMEs, la transición y sucesión empresaria son temas importantes, estratégicos, pero no prioritarios. Tal es así que sólo el 35% tiene diseñado un plan que favorezca la sostenibilidad de las empresas: protocolos familiares, estructuras organizacionales con roles establecidos. Así lo reveló una encuesta realizada por Adiras (Asociación de Directorios Asociados) a casi 500 dueños de firmas.
“Esta es una situación natural en las PyMEs, ya que el día a día agobia. La falsa creencia del dueño como factor único e indispensable aún predomina, y ese es de los grandes mitos a desterrar”, dice Martín Yechua, director ejecutivo de Adiras. Para él, “tener un protocolo familiar o de transición empresaria es una herramienta que apacigua muchos dolores de cabeza futuros al tiempo que favorece mayores niveles de previsibilidad”.
¿La sostenibilidad en las PyMEs es efectivamente una meta?
El 14 % de los encuestados se desentiende de este valor asociado a las empresas. Para ellos, la continuidad de la organización no es un objetivo, sino que su propósito está más vinculado con la venta futura de las compañías. “En tiempos de exponencialidad surgen proyectos y empresas por el empuje de emprendedores y empresarios, tanto para satisfacer necesidades de mercado como para descubrirlas”, señala Martín Yechua. Y remarca: “Lo que se sostiene no es la empresa (negocio) sino el equipo de trabajo; es decir, la calidad del management”.
Entre los que miran el futuro de sus organizaciones, surgen datos más que interesantes. Mientras algunos dueños preferirían que sus herederos continúen con la empresa (32%), otros se enfocarían en vender el 100% del negocio y asegurar el futuro económico de ellos (29%). En menor medida, sólo el 21% incorporaría un gerente que se ocupe de la operación, en tanto que un menor porcentaje (18%) incorporaría un socio en vistas de apaciguar obligaciones y traer algo de calma económica.
En relación a las expectativas de los dueños, cada empresa requiere un estudio en profundidad. Pero en términos generales, las aguas están divididas. “Esta disparidad está asociada al porvenir que los N°1 ven en la empresa, en la conveniencia de incorporar herederos en la plana directiva y decisoria, algo que puede ser contraproducente, y en el costo o fatiga del dueño que experimentó situaciones complejas y desearía alivianar el camino futuro”, dice Yechua.
Por otro lado y en relación a la planificación de su propio retiro, mientras un 34% dice que lo imagina dimitiendo y asesorando a los sucesores, un 39% siendo accionista de la empresa, y un 27% dimitiendo y desentendiéndose del negocio. Lo llamativo es que sólo un 39 % ha hecho una valuación de su empresa.
A su vez, el 79 % de los encuestados sí considera tener algún proyecto propio alternativo a la operación de la firma. “Típicamente han hecho un gran esfuerzo para crear una empresa y es común que desconozcan o no se interesen en su valuación, ya que en muchos casos esta no se condice con el giro del negocio”., señala Yechua.